¡ESTOY HASTA LA CORONILLA DE TODO, ESPECIALMENTE DE TÍ!!!!!!
Muy bien puede ser la expresión que hoy escuches cuando llegues a tu
casa, o te cruces con un amigo o con tu prima, puesto que hay días en los que mejor haberse quedado en
la cama, “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Afortunadamente
predominan los contrarios, es decir, los días en los que “Si algo puede
salir bien, saldrá bien”.
Los conflictos con las personas de
nuestro entorno son el pan nuestro de cada día, hay quienes saben sortear la
tormenta muy bien, mientras que para otras supone un auténtico dolor de cabeza,
por no hablar de las vueltas e insistentes pensamientos que pueden originar.
Si bien es verdad que la mayor parte de conflictos que tenemos con los
demás pueden muy bien evitarse, hay algunos que no son tan fáciles de
solventar, ya que dice el refrán que dos no se pelean si uno no quiere,
a lo que también podemos decir, que no hay arreglo posible entre dos, si uno
de ellos o ellas no quiere. En este caso, poco podemos hacer.
Por tanto vamos a centrarnos en intentar solucionar los problemas
interpersonales que sí dependen de nosotros/as y que afortunadamente son el 95%
de los casos, es decir, casi todos.
No debemos olvidar que la mayor parte de conflictos se deben a:
Ø
Equivocaciones y malos entendidos.
Ø
Falta de habilidades sociales.
Ø
Falta de empatía.
Ø
Falta de gestión de la ira.
Ø
Orgullo.
Ø
En muchos casos la persona siempre
quiere salirse con la suya.
Las dos últimas
son las más difíciles de resolver.
Pero ¿Cómo
podemos desactivar a alguien enfadado?
Ø
Evitar contagiarse del mal humor
del otro/a (darte cuenta de la emoción de ira, rabia o miedo que puedes estar
experimentando y haz respiraciones profundas).
Ø
Tranquilízate y toma el control de
la situación (con rabia, gritando o mirando a la otra persona de forma
agresiva, ¡mal vas!!!!).
Ø
Tranquiliza al que tienes
enfrente. Podemos decirle “tranquilo y perdona, no era mi intención ponerte
así”. No nos disculpamos por
mantener nuestra postura en la discusión, sino por haber dado lugar a alterarle
emocionalmente.
Ø
Esto provocará que la otra persona
baje su alarma y rápidamente se tranquilice al comprobar tu actitud
conciliadora. En este estado ya tenemos un 70% más de probabilidad de resolver
el conflicto.
Ø
Se trata de unirnos ante el
problema, nosotros no somos el problema sino que el problema nos afecta a ambos
por igual. Se le puede decir “Yo no soy tu enemiga, tú no eres mi
enemigo, ambos tenemos un problema común que solucionar conjuntamente”,
de este modo pasamos del enfrentamiento a la colaboración.
Ø
A partir de aquí sería conveniente
empatizar, preguntar a la otra persona qué necesita, exponer nuestras
necesidades y llegar a un acuerdo que recoja el máximo posible de mis demandas,
y el máximo posible de las demandas del otro o la otra. Este es el paradigma de
solución YO GANO, TÚ GANAS, que debe ser nuestro objetivo.
La gestión
emocional no es fácil ya que somos seres emocionales que piensan, pero
es fundamental tenerla bajo control para que nuestra parte más humana, LA
RAZÓN, pueda prevalecer en nuestras relaciones con las personas de nuestro
entorno, ayudándonos a pensar con claridad
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